Mayra Barraza
La localidad de Curahuara de Carangas, en el departamento boliviano de Oruro, alberga un paisaje singular. Hacia el horizonte, en la fría distancia, lo corona el pico del monte más elevado de la región, el Sajama. En las cercanías de la carretera que atraviesa el extenso altiplano se pueden ver los Chullpares, torres de adobe con orificios triangulares, tumbas de un antiguo señorío Aymara.
Visitamos una antigua iglesia de tiempos de la Colonia, construida con adobe, cal y techo de paja, llamada la “Capilla Sixtina Andina”. Durante más de dos siglos fue gradualmente cubierta en todo su interior con frescos de motivos religiosos por desconocidos artesanos y artistas.
El blanco austero de la luz boliviana produce un impresionante contraste con el interior en sombras, rico en colores primarios. La nave central es larga, alta y angosta a la vez, de manera que las paredes laterales se imponen. Cada espacio sobre la pared ha sido cubierto con figuras, flores, aves o motivos geométricos. Todas las escenas relatan historias bíblicas: el arca de Noé, Adán y Eva, el juicio final. Las figuras -entre ingenuas y rústicas- producen una sensación confusa: recuerdan imágenes conocidas pero a la vez resultan algo asombroso y nunca visto.
La localidad de Curahuara de Carangas, en el departamento boliviano de Oruro, alberga un paisaje singular. Hacia el horizonte, en la fría distancia, lo corona el pico del monte más elevado de la región, el Sajama. En las cercanías de la carretera que atraviesa el extenso altiplano se pueden ver los Chullpares, torres de adobe con orificios triangulares, tumbas de un antiguo señorío Aymara.
Visitamos una antigua iglesia de tiempos de la Colonia, construida con adobe, cal y techo de paja, llamada la “Capilla Sixtina Andina”. Durante más de dos siglos fue gradualmente cubierta en todo su interior con frescos de motivos religiosos por desconocidos artesanos y artistas.
El blanco austero de la luz boliviana produce un impresionante contraste con el interior en sombras, rico en colores primarios. La nave central es larga, alta y angosta a la vez, de manera que las paredes laterales se imponen. Cada espacio sobre la pared ha sido cubierto con figuras, flores, aves o motivos geométricos. Todas las escenas relatan historias bíblicas: el arca de Noé, Adán y Eva, el juicio final. Las figuras -entre ingenuas y rústicas- producen una sensación confusa: recuerdan imágenes conocidas pero a la vez resultan algo asombroso y nunca visto.
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Curahuara de Carangas da testimonio que la imaginación aliada con la fe no solo mueve montañas, también es capaz de crear la más abigarrada belleza.