Expertos de la Universidad de North Dakota (al oeste de Wyoming en el condado de Laredo) después de realizar prolongados estudios que incluyeron trabajo de campo, entrevistas y encuestas, llegaron a la conclusión que el ciudadano salvadoreño promedio tiene fuertes inclinaciones paranoicas. El informe preliminar, no disponible al público en general, se titula: A case study of paranoid and psychotic tendencies among Salvadorans living in their country of origin. Miller, Walker and Morris, North Dakota Western Wyoming University Press of Laredo, 2005, 971 pages, work in progress.
En dicho informe definen la paranoia como aquella propensión a sentirse amenazado, perseguido o atacado por situaciones o personas reales o imaginarias. (Las personas imaginarias han sido inaccesibles a los medios de comunicación por lo que no se ha podido averiguar sus verdaderas intenciones y las situaciones se negaron a responder la encuesta.)
El equipo de científicos Laredienses deducen que semejante condición, en el caso específico de los salvadoreños, es causada por situaciones reales y determinantes que se repiten incesantemente. Dichas situaciones las detallan de la siguiente manera:
Balística volcánica.
Estallidos de ceniza, volcánica tambien aunque no descartan otras fuentes.
(¡cúbrase!)
Erupciones de lodo hirviendo.
(¡quema, quema!)
Terremotos constantes.
(¡salgan corriendo!)
Tormentas tropicales.
(saque la sombrilla y apártese de la orilla)
Derrumbes.
(¡Fíjese por donde camina!)
Marea roja.
(olvídese de ese cevichito o cómaselo bajo su propia cuenta y riesgo)
Epidemias de dengue.
(lávese esas manos mi sano Pilatos y también lave los platos)
Alto índice de criminalidad.
(Si oye un disparo, agáchese y corra, agáchese, agáchese y coooooooorra)
(a alguien hay que echarle la culpa)
Tentativamente, el estudio postula la teoría que debido a que el salvadoreño tiene probabilidades mínimas de sobrevivir hasta el día siguiente (conocido en inglés como Severe and accute lack of life values and aspirations syndrome: SALVAS), se empeña en dar lo mejor de sí cada día, trabajando inclusive, cuando nada se lo impide, un promedio de 14,36 horas diarias, fines de semana incluidos.
Asimismo, concluyen que el estado generalizado de paranoia imperante en el país es lo que ha producido en las últimas décadas los altos índices de natalidad, así como un crecimiento desaforado de empresas de pensiones y seguros, e iglesias como “Los santos de los últimos días”.
Dicho estudio fue auspiciado por la Fundación We are the World, el Centro “Shakira” Pro-Superación Personal y Nueva Acrópolis Unidos.