“--¿En qué país estamos, Agripina?”
Y ella se alzó de hombros.
Juan Rulfo
Y ella se alzó de hombros.
Juan Rulfo
¿En qué país estamos?
Quién sabe.
A veces pareciera que habitamos los engañosos caminos de la memoria. Escuchamos ecos de voces pasadas en boca de máscaras brillantes y coloridas, que pronuncian nombres misteriosos, que extrañamente también son los nuestros. Pareciera que habitamos alguno de los relatos entrañables y dolorosos de Juan Rulfo, traspasados por toda nuestra desdicha y toda nuestra belleza.
Otros días en que el ánimo lúdico se encuentra revoloteando en los aires, pareciera que vivimos en la encrucijada del absurdo. Múltiples realidades yuxtapuestas que terminan por darnos risa antes de ponernos a llorar. Esta casa la construye el desparpajo de los versos de Roque Dalton, y en sus paredes retumban carcajadas con sabor amargo.
Algunos días, el país en que vivimos es este pedazo de tierra bajo los pies. Salpicado de piedritas, pequeñas hojas y alguno que otro desecho plástico. Tierra que se extiende al alzar la mirada hasta la punta del cerro distante.
Otros días, la imaginación vuela acompañada de la empatía, y en su vuelo recorre minuciosamente cada camino, cada hogar, cada montaña, cada plato vacío, hasta quedar sin aliento.
Quién sabe.
A veces pareciera que habitamos los engañosos caminos de la memoria. Escuchamos ecos de voces pasadas en boca de máscaras brillantes y coloridas, que pronuncian nombres misteriosos, que extrañamente también son los nuestros. Pareciera que habitamos alguno de los relatos entrañables y dolorosos de Juan Rulfo, traspasados por toda nuestra desdicha y toda nuestra belleza.
Otros días en que el ánimo lúdico se encuentra revoloteando en los aires, pareciera que vivimos en la encrucijada del absurdo. Múltiples realidades yuxtapuestas que terminan por darnos risa antes de ponernos a llorar. Esta casa la construye el desparpajo de los versos de Roque Dalton, y en sus paredes retumban carcajadas con sabor amargo.
Algunos días, el país en que vivimos es este pedazo de tierra bajo los pies. Salpicado de piedritas, pequeñas hojas y alguno que otro desecho plástico. Tierra que se extiende al alzar la mirada hasta la punta del cerro distante.
Otros días, la imaginación vuela acompañada de la empatía, y en su vuelo recorre minuciosamente cada camino, cada hogar, cada montaña, cada plato vacío, hasta quedar sin aliento.
“--¿Qué país es este, Agripina?”
Y ella volvió a alzarse de hombros.
Juan Rulfo
La Audiencia de los Confines, Mesoamérica, Centroamérica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica. Muchos nombres tienen estas montañas, casi más nombres que caminos que unan esos 533 000 kilómetros de tierra y agua. Treinta y cinco millones de corazones palpitan en este horizonte y cosechan tradiciones, historias y expresiones diferentes y comunes a la vez.
Queremos celebrar ese espejo de doble arista que refleja nuestras similitudes a la vez que se nutre de nuestras diferencias. Para ello iniciamos con este número una serie de ediciones dedicadas a nuestra región centroamericana.
En esta ocasión hemos lanzado la mano a Guatemala y nos hemos encontrado con las voces de Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón y Augusto Monterroso. Nos hemos encontrado con las manos amigas de creadores contemporáneos como Rodrigo Rey Rosa, Moisés Barrios, Eduardo Halfon y Javier Payeras, entre otros. Lamentamos únicamente que nuestra convocatoria no llegara a oídos de las artistas guatemaltecas que sabemos se mantienen activas con obra de calidad, y por esas ausencias este número quedara incompleto. Sin embargo, la puerta queda abierta para que hagamos del Ojo de Adrián un espacio común y diverso a la vez, una nueva e independiente Audiencia de los Confines, donde por fin nos reconozcamos los unos en los otros.