Ana Mata Parducci
Me han pedido que relate mi experiencia con la 2ª Caravana Nacional de Teatro, que ha sido plena de oportunidades. Me permitió conocer cada grupo participante, acercarme al quehacer teatral, compartir la visión y forma de vida del gremio, acercarme al funcionamiento de las Casas de la Cultura y al trabajo de los promotores culturales, anfitriones de La Caravana, conocer lugares, paisajes y gentes.
He tratado de encontrar algunos de los aportes que La Caravana ofreció a los grupos de teatro, público y lugares visitados, y las carencias en su realización, y contiene -aparte de mis impresiones- las visiones de otras personas.
La primera obra, en febrero, Gaviotas Subterráneas, del español Alfonso Vallejo, producida por el grupo T-Atrio, relata una relación compleja entre dos amigos. En marzo, La Otra Estación, a cargo del binomio La Bocha - Proyecto El Círculo, presenta diversas situaciones donde la condición humana se refleja en tristeza, barullo o romance, dándole vida a cuentos de Anton Chéjov. Érase una vez un rey, en abril, una propuesta del grupo T.N.T. Tres niños recolectores de basura que, jugando, recrean una parte de la historia política de la humanidad. En mayo, Teatro Estudio de San Salvador con El Médico a Palos (o “El médico apaleado”, como dijera un niño), de Molière. Finalizó el grupo Moby Dick con Divorciadas, evangélicas y vegetarianas, tres mujeres en apuros encuentran en la confesión y la amistad una forma de sobrellevar las frustraciones y la alegría de la vida.
He visto 38 presentaciones en cinco meses, ocho veces cada obra. Me satisface ser testigo de un teatro que se renueva. El primer aporte de La Caravana es haber permitido a actrices y actores explorar y explotar sus capacidades. He visto aproximadamente a unas 7532 personas que han presenciado las obras. El público principal fue el alumnado de 62 instituciones educativas. El resto lo formaban personas de los lugares visitados.
Se involucró, por cada municipio, la Casa de la Cultura y su comité de apoyo. Este es el segundo aporte: permitió sondear las capacidades y el nivel de liderazgo de los promotores culturales en la realización de la actividad.
El aporte al público se encuentra en lo que llamo “La doble socialización”. Cada obra produjo, y era de esperarse, distintas reacciones. En todas hubo dos momentos de socialización, el proceso en donde la educación, ya sea formal (recibida en instituciones escolares) o informal (recibida en la familia o a partir de otras relaciones), transmite valores, aptitudes, sentimientos o pensamientos socialmente aceptados, con el fin de reproducir la cultura. El teatro contiene elementos que transmiten la noción de qué es una obra, así como la manera de comportarse en un evento de ese tipo. Se transmiten valores y acciones que el público capta como un mensaje que es posible aplicar a su realidad, o reflexionar ante la experiencia que se le ofrece.
El primer momento corresponde a la presentación de la obra misma; intervienen el público y los personajes. Está contenida en los discursos que son susceptibles de ser introyectados en el público. La Caravana produjo reacciones que no sólo tuvieron que ver con un razonamiento consciente o una reflexión sobre el reflejo de la realidad. Despertó sentimientos.
El segundo momento fue en el foro al final de cada presentación. Se rompe la barrera de personaje y público. Actores, directores y público, intercambian impresiones sobre la obra. Aquí encontré una carencia; no había una idea clara de lo que debía hacerse. Cada grupo aplicaba lo que su experiencia le indicaba, pero no hubo una línea general que guiara la discusión.
Para terminar, una frase que describe lo que ocurría en La Caravana. Es del libro El espacio vacío, de Peter Brook: “Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.” Sabemos que después de esta frase existen muchos “peros”. Lo rescatable es que ejemplifica lo factible que es realizar un acto teatral. El espacio cotidiano, llámese “casa comunal”, “salón de clases”, “cancha” o “parque” se resignifica. Este es el aporte más significativo de La Caravana. Plantear nuevas formas de tomar esos espacios y de comunicarse en comunidad. Aquí se puede plantear una descentralización de las artes escénicas, en la creación de muchos centros emanadores de propuestas teatrales y de otras expresiones culturales.
Pienso en la 2ª Caravana Nacional de Teatro como el nacimiento de una institución con capacidad de consolidarse y echar raíces, que sea la incitadora de crear nuevos espacios de expresión, porque la frase de Peter Brook la dijeron, a su manera, muchos de los promotores culturales y profesores, que se fueron entusiasmados con la idea de generar teatro en sus salones de clases o en las casas de la cultura.
(Versión editada del texto presentado en el Centro Cultural de España para el conversatorio sobre descentralización de las artes escenicas en el marco del XIII Festival de Teatro Centroamericano)
He tratado de encontrar algunos de los aportes que La Caravana ofreció a los grupos de teatro, público y lugares visitados, y las carencias en su realización, y contiene -aparte de mis impresiones- las visiones de otras personas.
La primera obra, en febrero, Gaviotas Subterráneas, del español Alfonso Vallejo, producida por el grupo T-Atrio, relata una relación compleja entre dos amigos. En marzo, La Otra Estación, a cargo del binomio La Bocha - Proyecto El Círculo, presenta diversas situaciones donde la condición humana se refleja en tristeza, barullo o romance, dándole vida a cuentos de Anton Chéjov. Érase una vez un rey, en abril, una propuesta del grupo T.N.T. Tres niños recolectores de basura que, jugando, recrean una parte de la historia política de la humanidad. En mayo, Teatro Estudio de San Salvador con El Médico a Palos (o “El médico apaleado”, como dijera un niño), de Molière. Finalizó el grupo Moby Dick con Divorciadas, evangélicas y vegetarianas, tres mujeres en apuros encuentran en la confesión y la amistad una forma de sobrellevar las frustraciones y la alegría de la vida.
He visto 38 presentaciones en cinco meses, ocho veces cada obra. Me satisface ser testigo de un teatro que se renueva. El primer aporte de La Caravana es haber permitido a actrices y actores explorar y explotar sus capacidades. He visto aproximadamente a unas 7532 personas que han presenciado las obras. El público principal fue el alumnado de 62 instituciones educativas. El resto lo formaban personas de los lugares visitados.
Se involucró, por cada municipio, la Casa de la Cultura y su comité de apoyo. Este es el segundo aporte: permitió sondear las capacidades y el nivel de liderazgo de los promotores culturales en la realización de la actividad.
El aporte al público se encuentra en lo que llamo “La doble socialización”. Cada obra produjo, y era de esperarse, distintas reacciones. En todas hubo dos momentos de socialización, el proceso en donde la educación, ya sea formal (recibida en instituciones escolares) o informal (recibida en la familia o a partir de otras relaciones), transmite valores, aptitudes, sentimientos o pensamientos socialmente aceptados, con el fin de reproducir la cultura. El teatro contiene elementos que transmiten la noción de qué es una obra, así como la manera de comportarse en un evento de ese tipo. Se transmiten valores y acciones que el público capta como un mensaje que es posible aplicar a su realidad, o reflexionar ante la experiencia que se le ofrece.
El primer momento corresponde a la presentación de la obra misma; intervienen el público y los personajes. Está contenida en los discursos que son susceptibles de ser introyectados en el público. La Caravana produjo reacciones que no sólo tuvieron que ver con un razonamiento consciente o una reflexión sobre el reflejo de la realidad. Despertó sentimientos.
El segundo momento fue en el foro al final de cada presentación. Se rompe la barrera de personaje y público. Actores, directores y público, intercambian impresiones sobre la obra. Aquí encontré una carencia; no había una idea clara de lo que debía hacerse. Cada grupo aplicaba lo que su experiencia le indicaba, pero no hubo una línea general que guiara la discusión.
Para terminar, una frase que describe lo que ocurría en La Caravana. Es del libro El espacio vacío, de Peter Brook: “Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.” Sabemos que después de esta frase existen muchos “peros”. Lo rescatable es que ejemplifica lo factible que es realizar un acto teatral. El espacio cotidiano, llámese “casa comunal”, “salón de clases”, “cancha” o “parque” se resignifica. Este es el aporte más significativo de La Caravana. Plantear nuevas formas de tomar esos espacios y de comunicarse en comunidad. Aquí se puede plantear una descentralización de las artes escénicas, en la creación de muchos centros emanadores de propuestas teatrales y de otras expresiones culturales.
Pienso en la 2ª Caravana Nacional de Teatro como el nacimiento de una institución con capacidad de consolidarse y echar raíces, que sea la incitadora de crear nuevos espacios de expresión, porque la frase de Peter Brook la dijeron, a su manera, muchos de los promotores culturales y profesores, que se fueron entusiasmados con la idea de generar teatro en sus salones de clases o en las casas de la cultura.
(Versión editada del texto presentado en el Centro Cultural de España para el conversatorio sobre descentralización de las artes escenicas en el marco del XIII Festival de Teatro Centroamericano)