15 sept 2008

Esperanto - Walter Beneke

TEATRO
Walter Beneke
SAL, 1930-1980

El amor y la muerte van de la mano en imposible unión en este extracto de la pieza teatral clásica de Walter Beneke. Funeral Home, teatro existensecialista por excelencia, en que el escenario provee un macabro ambiente para el discurso sobre la felicidad.

Funeral Home

La pieza se desarrolla en uno de esos Funeral Homes de los Estados Unidos donde los americanos, gente práctica, se desembarazan de sus muertos, todavía calientes. Allí los visten, los maquillan, los arreglan en suma como para una ceremonia. La casa se encarga también del velorio y del entierro.
La mitad izquierda de la escena la ocupa el “salón”: pesados cortinajes, muebles voluminosos, flores de invernadero. Tenue luz indirecta como en un bar americano. En medio de la sala y en la penumbra se encuentra el ataúd que, descubierto, deja entrever la forma del cuerpo. Su colocación y la escasa iluminación impiden que el público pueda ver el cadáver. No hay ninguna cruz. A la izquierda, tras un pequeño vestíbulo, la puerta que da a la calle. Se advierte la caída de la nieve cada vez que los automóviles que pasan por la carretera proyectan sus faros sobre el gran ventanal del fondo.
La otra mitad de la escena la ocupa el “living room” del Encargado del local, americano de clase media: muebles pretenciosos, objetos de arte fabricados en serie, paisajes y fotografías. Hay, sin embargo, un ambiente familiar, íntimo, acogedor. Junto a la chimenea, al fondo, un árbol de Navidad cargado de luces. A la izquierda la puerta comunica los dos cuartos. A la derecha la puerta que conduce al vestíbulo y otra que da al comedor y la cocina.

Acto Segundo


El desconocido está frente a la ventana.

LA MUJER
¿Nieva todavía?

EL DESCONOCIDO
En parte sí, algo sin duda es ese bienestar que da el calor, que dan las flores; el resto es la conversación, la compañía.

LA MUJER
No sé que hubiera hecho si alguien no viene esta noche a hablar conmigo, a decirme que existe algo más que las máquinas nuevas de la fábrica, y el football, y el precio de las cosas.

EL DESCONOCIDO
Los obreros no tienen por qué hablar de filosofía y de arte a sus mujeres. Nacieron para las cosas simples y repetidas. La educación, la fábrica y la cama no hacen buena mezcla.

LA MUJER
(Tras una pausa.) Yo entonces no pensaba en nada, no podía pensar en nada, sólo en sus hombros anchos, y en sus ojos y en su manera despreocupada de caminar. En la Universidad, todas las mañanas en el salón de clases, yo me sentaba junto a la ventana para verlo pasar, los músculos tensos bajo la camiseta, el pelo rubio dorando al sol como un árbol de otoño. No sabía quién era ni como se llamaba, para mí era un dios griego que cada día, bajo mi ventana desfilaba camino del trabajo. Era un obrero, un obrero como otro cualquiera y, no siendo de mi clase, yo lo sabía pertenecer a un mundo inexpugnable y ajeno. Sin embargo pensaba en él horas enteras y me sentía orgullosa de que sobre la tierra existiera una criatura tan hermosa y de poder ser, en silencio, sacerdotisa de su culto.

EL DESCONOCIDO
La belleza física no basta, mucho menos en el hombre. El amor sólo es útil cuando sirve de puente hacia la comprensión, y una persona inteligente sólo puede entenderse con otra persona inteligente.

LA MUJER
Yo estaba harta de los inteligentes. Ya en el colegio los más brillantes me preferían a las otras muchachas pues además de encontrarme bonita “podían conversar conmigo”. Después en la Universidad, la misma historia, yo era el papel de moscas que atraía a los genios; iba con ellos al teatro y los conciertos, se dignaban discutir conmigo, me leían sus escritos, (pausa cambiando de tono) sin embargo nada importaba tanto como el momento de verlo pasar bajo mi ventana. Era como ir al zoológico y fascinarse por el león, desear con todas las fuerzas entrar en la jaula y, pase lo que pase, acariciarle la melena y pasarle la mano por los flancos.

EL DESCONOCIDO
Un capricho, tal vez una locura.

LA MUJER
Un día nos conocimos y pasó lo que tenía que pasar. Familia, estudios, todo lo dejé por lo que entonces me parecía una maravillosa aventura de amor.

EL DESCONOCIDO
Era una locura.

LA MUJER
Al comienzo todo fue bien, estrechándome contra él me olvidaba de su vulgaridad. Era ignorante, es cierto, pero había en su naturalidad una violencia y una espontaneidad que me poseían. Verlo dormir, para mí, lo compensaba todo.

EL DESCONOCIDO
Yo conocí también una pasión semejante, la urgencia imprescindible de una precisa piel. Pero yo sabía que era una locura. Sin embargo nada en el universo, ni antes ni después de la creación, como tener su pelo suelto entre mis manos, como revolcarme con ella sobre la arena de la playa, como besarla en la oscuridad cuando dormía y sentir su risa despertar alegre entre mis labios.

LA MUJER
No hay otro amor que el que florece en el cuerpo.

EL DESCONOCIDO
En el verano, cuando su piel era de cobre, viajábamos juntos. Italia y Grecia, como ella soñaba. Para mí no había sin embargo otro paisaje que el que se reflejaba en el azul de sus ojos, un azul tan intenso que igual podían pintarse en él estrellas que veleros.

LA MUJER
¿La quería?

EL DESCONOCIDO
Sí.

LA MUJER
(Con afecto.) ¿Tiernamente?

EL DESCONOCIDO
Ella no conocía en el amor otra ternura que la del cansancio. (Pausa.) Pero el verano, y el amor, y la ternura y el cansancio terminaron antes de que acabara la aventura.

LA MUJER
Con Jimmy también cambiaron las cosas poco a poco; según me fui dando cuenta de que su violencia no era más que la máscara de una infinita necesidad de ternura. (Pausa.) Le gustaba demostrarme su fuerza, pero después del amor se rendía como un perrito después de una paliza. Era él quien en la dulce fatiga reclinaba su cabeza sobre mi hombro y era yo entonces la que le acariciaba el pelo.

EL DESCONOCIDO
(Tras un silencio.) Son pocas las veces que amamos de verdad, la mayor parte de las ocasiones preferimos solamente. Darle sentido a esa preferencia y llamarla amor sirve de mucho para ir pasando, confiando en que la vida nos va prodigando dicha y compañía. Es cuestión de engañarse un poco y engañarse un poco es fácil, lo imposible es engañarse del todo.

LA MUJER
¿Está hablando en serio? (El la mira fijamente sin contestar.) (Con lágrimas en la voz.) ¿Cree realmente que es condición humana el engañarse para ser feliz?...