Al perro me lo imagino
Poesía por entregas (2/5)
Fotografía de Mauro Arias
Dos perros
Dos perros somos
Demasiado mayores
Yo para ella
Ella para su edad
Y esa herida nos alienta
Somos un perro y una perra
que muestran
el espárrago sordo de un profeta
y un monte negro
Nadie mira la niña triste
que juega con sus ojos
sino a una perra
O a un hombre de lo vivido
Un perro solamente
ciego y roto
Dos perros mugrosos perros
El galán sarnoso y espermático
La cómica perra con la manga en celo
Me espantan como al caballo
Crueldad lunática
de las mujeres
sobrevoladas por una nube rosa
Dueñas de unas manos que colman confiadas
por siempre a su gracia dispuestas
de mis tinieblas hacen provecho
Me espantan como al caballo
que las contempla
cercado en su huerto
Cómo me parezco a vosotras ingobernables
admirado de vuestro deseo sabio
sea que llamen del manantial
o la profundidad del heno
Y tengo ya cien años de follaje
Cuatro, cinco pechos
La mata oscura
Nada que recuerde el sigilo
El cuerpo vuelto un puerto
El puerto un ancla
Un cuerpo que abandona y vuelve
vuelve y abandona
Y cubriendo su corazón
como un apasionado queque nevado
Dos pechos perfectos
-- Como los de cierta mujer azul
a orillas del lago Cocibolca
-- O los retoños
erguidos en un tiesto
frente a un enrojecido sol en la rada de Pireus
-- O las rosas
de una profesora de párvulos
en el cantón Guadalupe
-- O las tunas
sobre las que un águila cae en el zócalo en el D. F.
-- O los biberones
de una niña que espanta pericos
en el borde donde el Lempa corre de pie
-- O las narices de zorra aspirando el aire
en esta pequeña habitación de actriz volatinera
Los pechos de esta mujer
con la que malvivo
Invierno en la Colonia Lincoln
Ahora recuerdo un silencio blanco como jabón
Fue un largo y lluvioso invierno en la colonia Lincoln
cuando te mudé la piel
te cambié la lengua por unos siglos
Tardó el final
Pensé
dos semanas seis meses un año
ya nos aburriremos
la pescaré con otro
(«--sentiré el olor de sus axilas en tus pechos
y será el final»)
Peor
Enloquecerá por otra mujer
irá con ella a la cama
me humillará en la ducha
Pero nada
Nada consiguió separarnos
Al final deseaba que te largaras
«Vuelve a ese inmundo país de caudillos y
malhechores
vuelve a tu remota casa en Estelí»
Faustina
Ahora recuerdo aquel silencio blanco y hondo como jabón
Levanta tu mirada sin reproches desde el fondo de tu vaso
Fue un largo y lluvioso invierno en la colonia Lincoln
Tú vaciabas en la cama el bolso atiborrado
de amuletos polveras carmín
cosas de putas
El musgo pintaba en el patio un mapa desolado
Tu habitación criaba hongos
Las flores se deshacían bajo los chaparrones