Del olvido y otros exilios
Jurgen Ureña
CRI
Suspendida en la cuerda floja entre el apreciar y el hacer, la producción del costarricense Jurgen Ureña comprende artículos sobre cine y una serie de cortometrajes, mitad documental, mitad ficción. Sus audiovisuales se han proyectado en los festivales cinematográficos de Cannes,
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“La novela negra lleva muerta unos treinta años, lo que en definitiva no tiene importancia. La poesía murió hace siglos y siempre habrá poetas.” La frase del escritor Richard Stark, contundente y en alguna medida provocadora, describe a su vez el fenómeno de las múltiples revisiones que ha experimentado en los últimos años el llamado film noir o cine negro, surgido de la tradición hard-boiled de la literatura estadounidense, del desamparo y la corrupción en los bajos fondos urbanos, tras el estallido de
El héroe y la duda
El paisaje es rural y apacible. El pueblo se llama Millbrook -según puede leerse en un desvencijado letrero- y allí vive Tom Stall, tan feliz, al lado de su esposa y sus dos hijos, como cualquiera podría soñar. Un mal día, cuando está a punto de cerrar su pequeña cafetería de hamburguesas y malteadas, un par de delincuentes irrumpen con violencia y amenazan con cambiar hospitalidad por masacre. Lo que desconocen -en realidad todos lo ignoran, tanto pueblerinos como forasteros- es la capacidad de reacción del discreto propietario, quien esa noche se convertirá en héroe gracias a la acción de varios disparos acertados en el cuerpo de los agresores.
Pocos días después Tom verá inundada su cafetería de periodistas insistentes y lugareños agradecidos y recibirá la visita de un personaje de apariencia gangsteril que intenta cobrarle una deuda del pasado. ¿Es nuestro protagonista el amigo, esposo y padre abnegado que todos creen conocer? A partir de este momento la duda flota en el ambiente idílico de Millbrook como una tormenta que se desplaza sobre la armoniosa vida de la familia Stall.
Breve genealogía viral
Durante más de tres décadas David Cronenberg ha transitado los caminos del cine fantástico, ha ensanchado sus linderos y le ha conferido una considerable dimensión filosófica gracias a filmes como Videodrome (1982), La mosca (1986), El almuerzo desnudo (1991) y eXistenZ (1999). En ellos este aficionado confeso a la entomología –a semejanza de Buñuel- ha evidenciado su fascinación por los rasgos emocionales más oscuros y los procesos degenerativos de la carne. A esto habría que añadir la relación patológica entre el hombre y la máquina, la dualidad cuerpo-mente y las obsesiones sexuales, y obtendríamos un esbozo de su visceral filmografía.
En Vinieron de dentro de… (1975) un experimento científico fuera de control da como resultado un virus, combinación de afrodisíaco y enfermedad venérea, que transforma a cientos de jóvenes en mutantes. En su siguiente film, titulado Rabia (1977), Cronenberg se detiene en la figura de Rose, quien tras una cirugía plástica desarrolla un extraño apéndice bajo la axila destinado a extraer sangre y contagiar a sus víctimas. En ambos casos el terror provocado por los infectados genera una serie de asesinatos masivos y sistemáticos por parte de los agentes del orden.
En Una historia de violencia el cultivo viral se desata en una cafetería pueblerina y el procedimiento analítico se repite: la violencia perturba y disecciona el espacio íntimo de Tom Stall y se expande hacia su entorno inmediato. En el cine según Cronenberg el cuerpo social es un medio inestable, enfermo, sujeto a mutaciones y cuadros degenerativos. En su imaginario personal el sueño de la sociedad produce monstruos que dejan tras de sí una estela repulsiva de violencia, venganzas, heridas y cicatrices.
Sombras en una pantalla
Una historia de violencia es la adaptación cinematográfica de un comic, aunque a diferencia de la gran mayoría de filmes procedentes de textos gráficos no intenta reproducir la planificación viñeteada o los contrastes visuales extremos que les son propios. Lo que se respira en sus imágenes es en cambio una estética decididamente retro, un conjuro del pasado que conduce al protagonista hacia la vida que ha tratado de dejar atrás.
En este ejercicio intertextual confluyen las películas de adolescentes de la década de los ochenta, el cine de gángsters de los orígenes, la perfecta familia estadounidense imaginada por Frank Capra y la violencia explícita y brutal de los mejores filmes de Sam Peckinpah; pero ante todo Una historia de violencia bebe del film noir y de la búsqueda incierta y amarga de sus personajes, lo que se comprueba durante un visionado que recuerda insistentemente a esa cumbre del cine de las sombras titulada Retorno al pasado (1947).
Tom Stall se ha exiliado en un territorio paradisíaco inmune al peso de sus actos, ese lugar que los griegos llamaban Oblivion y Cronenberg llama American dream. Si la época de madurez del cine negro descubre una realidad en crisis Una historia de violencia plantea frontalmente la crisis del modelo soñado por la sociedad estadounidense. Si el film noir se define por su capacidad de evidenciar la podredumbre bajo el edificio elegante y no por sus gestos estilísticos, Una historia violenta es uno de los film noir más contundentes y reveladores que se han realizado en mucho tiempo.