POESÍA
Carmen Boullosa
MEX, 1954
Salvaja
Hablar de la poesía de Carmen Boullosa es hablar de ese microcosmos mágico que es Coyoacán, el lugar de los coyotes, un pueblo indestructible en medio de la asfixia citadina. De inmediato evoca uno a Frida Khalo, que tuvo allí su casa; piensa uno en el bar El Cuervo y en La hija del Cuervo, lúdicas casas que tanto han hecho por el arte escénico en Ciudad de México, y en cuyo hacer Carmen Boullosa ha tenido mucho que ver; pero también el nombre de Coyoacán evoca al gran rey poeta texcocano, Netzahualcóyotl, del que la poesía de Boullosa es fiel heredera. Como en la poesía de esa especie de Salomón prehispánico, la preocupación por el ser humano es central en la poesía de Boullosa; asimismo lo son su desconcierto entrañable por un mundo inexplicable, las zonas oscuras del espíritu, el amor sin esperanza, nada más el amor. RER
En las noches camino, corro, vuelo,
sin distinguir
recorro la tierra
Camino,
en las noches devoro migas de luz
que sobre los pastos duermen.
Duerme acostada la luz
iluminada apenas.
Los oscuros árboles
oscuros me ven pasar corriendo:
“¿devoraste tú, salvaja, tú rompiste,
destrozaste...?”
Danzan conmigo
danzas que lo árboles no bailarían,
gritan injurias que los árboles no pronunciarían.
Al verme no guardan el silencio prisionero de los árboles:
tórnanme muda.
CORRO.
En los caminos que rajan ciudades
abro los ojos: a nadie veo.
No me enseñaron a leer personas en las formas.
Nadie educó mis ojos.
Mi padre
es la llama ardiendo en el seco rosal.
La llama triste.
No me enseñó a mirar
y como él me enciendo.
Sin quemar.
Ilumino.
No para ver.
(PONGO el dedo en el mundo.
Aprieto fuertemente
Vuelvo rompecabezas la unidad.)
PIES tengo.
Alas no.
¿Un rabo cuelga?
Tal vez adentro: es mi tórax hueco.
Alas no tengo:
si la piel delgada y aire, aire, aire,
por mis venas aire vuela.
La que rasga el camino que recorre
podría volar.
Pasos, pasos que tan bien rompen
¡sujeténme!
(¡corro, corro,
pongo y quito los pies
en la tierra arisca!)
MASCO furiosamente un tallo correoso...
¡Me sujeto con los dientes a ti,
estallado grano insepulto!
¡Sálvame!
¿CÓMO podría conocer formas humanas?
Abro los ojos:
huelo peligro:
¡me echo a correr!
Una tarde vi
como los pies que tengo
otros enfrente
temblando como los míos
de miedo.
Vi los pies,
vi las manos,
el ombligo
como en mí los he visto.
Pero el hosco misterio
desde donde mis ojos...
el nido de las miradas...
la uña de mi lengua...
no pude reconocerlo
porque no lo conozco.
(SI TUVIERA dos bocas
me diría “¡salvaja!”
...me diría las tres mordidas
de mi nombre
sal va ja)
HE DICHO camino, corro...
antes de terminar la frase
con la palabra vuelo
grito “¡sálvame!”
¡salvenme pasos¡
¡diga alguien por mi
salvaja!”
Grito y ni yo tengo oídos para escucharme.
Vuelo.
Cuando escribo esto es porque
la rota bestia
la salvaja que soy
yo
por los aires
me he ido.
(...LOS GUARDIAS, no permitan que escapen,
no dejen que esas fieras...).